Hay dos formas de extrañar a las personas. La primera es más sencilla entre comillas, es esa en la que sabes que la última vez que los viste realmente fue la última y no hay vuelta atrás del lugar al que se fueron, por lo menos no que sepamos con certeza.
La otra es un poco más confusa por que siguen aquí pero ya no están, lo cual me genera enojo, tristeza, soledad, resentimiento y demás emociones negativas que aún no aprendo a procesar del todo. Y es que qué complicado esto de darle mil vueltas en la cabeza a todo, ¿por qué no puedo entender las cosas de una y ya? ¿por qué tanto conflicto entre que si el hizo esto pero ella dijo lo otro y entonces yo pensé esto? No logro darle paz a mi cabeza con las decisiones, los caminos tomados y la separación de las personas que una vez ame tanto y hoy somos nuevamente desconocidos.
Además no entiendo por qué tanta pérdida en tan poco tiempo, ¿es por mercurio retrógrado? ¿por la pandemia? ¿porque era tiempo? ¿o todo no es más que peleas absurdas y despedidas innecesarias? ¿cómo saber cuándo es momento de moverse de un lugar y cuándo quizás había solución?
Es verdad que ahora las cosas son más sencillas y no tengo el conflicto diario de sus presencias en mi vida pero ahora el vacío me atormenta. Es que con nada estoy contenta, que si se quedan mal y si se van también. Vueltas y vueltas le doy a todo. Que si las personas me sueltan o que si yo digo adiós. ¿qué está bien y qué está mal? pero sobre todo, ¿cuándo, cómo y dónde encontraré mis respuestas?