Si alguna vez alguien te dice que ya no quiere estar contigo, espero que sepas inmediatamente que ese ya no es tu hogar, espero que corras, huyas y no mires hacia atrás, espero que te vayas a la primera.
A mi me tomó muchísimo tiempo entenderlo y ahora veo cosas que antes no podía ni imaginar. Ahora sé que tomaste la decisión mucho antes de decírmela, que lo meditaste por quien sabe cuantos meses hasta que decidiste que ya no. Quisiste terminar conmigo aún sabiendo que eso implicaría que ya no me volverías a ver, que no habría más noches de palomitas y películas, que nunca volveríamos a reírnos de los mismos chistes ni pasearíamos por los mismos lugares, que ya no sería tuya y que alguien más podría tener mi piel, que ya no sería tu nombre el que pronunciaría mi corazón cada que éste se acelerara, que de mi parte nunca volverías a recibir un: “buenos días”, “buenas noches”, “ya llegue a mi casa” o “estoy afuera”, que ya no estaría los domingos en tu cocina ni los sábados en tu cama, que ya no sabrías de que color traigo el cabello, cuál es mi nueva prenda favorita ni cómo me fue en el día, que ya no sabrías de mis proyectos, de mis sueños, de mis alegrías ni de mis tragedias, que nunca volverías a ver el lunar de mi pecho ni los tatuajes de mi piel, que no volverías a cantar conmigo en el carro, que no volverías a escuchar mi risa ni a tener mi mano entre la tuya, que cada día estaría un poco más lejos hasta el punto de volver a ser extraños. Después de tanto, extraños una vez más.
Sabiendo todo esto, decidiste decirme que ya no querías seguir conmigo. Por eso hoy sólo deseo que todas las personas corran en el momento que les digan que ya no, porque quedarse noche tras noche preguntándome ¿por qué no te quedaste?, ¿por qué no fui suficiente?, ¿qué hice? ó ¿qué no hice?, es una tortura que nadie se merece.
Si te hubieras quedado quizás hoy sabrías que ahora tomo café, que mi cabello es rojo, que escucho más música en español, que mis sueños han cambiado, que he perdido muchas personas importantes, que ando en busca de los chilaquiles perfectos, que ya no uso brackets, que he vuelto a terapia, que ya como cebolla, que ya no me muerdo las uñas, que aprendí a cocinar una que otra cosa, que volví a pintar, que ahora odio las calabazas y que tengo una fascinación con los vestidos de satén.
Pero si te hubieras quedado yo no sabría que ahora me voy a la primera que me dicen que ya no.